Mientras que el hambre es ese instinto de supervivencia que impulsa a alimentarnos cuando el organismo lo requiere, el apetito es la sensación de comer influenciada por aspectos psicológicos de la persona (deseo de comer por placer, felicidad, aburrimiento, tristeza, ansiedad…).
Estefanía Schoendorff – Unidad de Nutrición Neolife
“apetito” si queremos tener una educación nutricional saludable.
Grandes cambios han acontecido a lo largo del tiempo en nuestra sociedad. No somos los mismos que hace 60 años: no comemos lo mismo, ni nos movemos igual.
Debido a modificaciones en los hábitos sociales, culturales, tecnológico e industriales se han producido desequilibrios nutricionales por una mala interpretación de las señales sensoriales-organolépticas y una mala conducta alimentaria. Nuestro organismo ha sufrido una transformación corporal dando lugar a sobrepeso y obesidad, siendo ambas una causa directa de enfermedades como diabetes, dislipemia, cáncer…
Por ello es fundamental saber por qué comemos: ¿comemos por hambre o comemos por apetito?
APETITO:
Es importante conocer que el apetito es selectivo, suele aparecer de forma repentina, de forma urgente, causado generalmente por un sentimiento emocional. El deseo de la comida en este caso es específico: te apetece un alimento en concreto, ese trozo de tarta de chocolate exquisito que viste el día anterior en la pastelería, una porción de pizza de tu pizzería favorita, unas palomitas en una tarde de cine o sofá…
Al terminar de comer la sensación de plenitud no aparece, no basta con lo que has comido. Tu cerebro te pide más y más… Al poco tiempo de terminar comienzas a sentir una sensación de culpabilidad o tristeza por haber comido algo que no era recomendable para tu salud, porque te has saltado la dieta, porque te sientes hinchado o simplemente porque te has dado cuenta de que no era necesario, no tenías hambre…
El apetito consiste en un ciclo; se anticipa el placer, se busca y finalmente se obtiene el resultado, el cual no satisface nuestras necesidades fisiológicas ni energéticas. Ha provocado un aumento de calorías en el día innecesarias, no nutritivas, que poco a poco van a producir un exceso de grasa en nuestro organismo, que se va almacenando y, a su vez, originando las enfermedades mencionadas anteriormente.
HAMBRE:
A diferencia del apetito, el hambre responde a una necesidad fisiológica de nuestro organismo; expresa un deseo y unas ganas de comer cualquier alimento.
Cuando nuestro cuerpo tiene hambre y no saciamos esa necesidad, el organismo comienza a consumir glucógeno (molécula de almacenaje de energía), descomponiéndola en glucosa (fuente de energía). Parte de esta energía es mandada a nuestro cerebro, músculos y células sanguíneas.
Cuando experimentamos hambre es posible que sintamos mareos, dolor de cabeza, dolor de estómago, cansancio, debilidad, sueño, fatiga, mal humor y, en casos extremos, desmayo. No tiene que pasar un tiempo muy prolongado para percibir la sensación de hambre, ya que nuestro cuerpo necesita nutrientes de forma constante. El hambre fisiológica no corresponde a un estímulo emocional, ni a un impulso, no aparece de manera repentina por un estado de estrés o ansiedad y no es específico de un determinado grupo de alimentos: es una necesidad básica de nuestro cuerpo que ha de ser resuelta.
El hambre y el apetito son, por tanto, dos conceptos distintos, a pesar de que muchas veces se utilizan de la misma manera. Mientras que el hambre es ese instinto de supervivencia que impulsa a alimentarnos cuando el organismo lo requiere, el apetito es la sensación de comer influenciada por aspectos psicológicos de la persona (deseo de comer por placer, felicidad, aburrimiento, tristeza, ansiedad…).
Actualmente la evolución del ser humano ha hecho que hoy en día sea sencillo disponer de toda la comida que queramos, tan solo con abrir la nevera, o incluso utilizando una aplicación del móvil sin movernos del sofá. Esto hace que hoy en día haya una desmesurada cantidad de alimentos y bebidas a nuestro alcance: hay mucha más bollería industrial, alimentos precocinados, comida rápida y “caprichos”, es decir, más tentaciones a nuestro alcance; pero no nos engañemos, también hay más alternativas saludables.
En Neolife promovemos una educación nutricional saludable, a través de un control nutricional riguroso, adoptamos un estilo de vida óptimo acorde a nuestras necesidades reales y enseñamos a distinguir entre hambre y apetito y las distintas formas en las que aparecen. Vivimos en un mundo de abundancia, pero nuestra obligación es saberla gestionar.